Pedagogía de la Fe: Capítulo 6. Elementos de la Metodología. 1. Cómo preparar bien una sesión de catequesis

1. Cómo preparar bien una sesión de catequesis:

La experiencia muestra cómo dan bien la catequesis quienes la preparan y cómo la imparten mediocremente quienes no la preparan. Es comprensible que muchos catequistas tengan miedo a dedicar demasiado tiempo en preparar su clase. Y temen encontrar un trabajo excesivo. Por eso, se encomiendan al Espíritu Santo para que les ayude a salir del paso. Pero son muchos. Y al Espíritu Santo ya no le alcanza el tiempo para resolverles el problema a todos. Porque la catequesis debe equilibrar el uso de criterios teológicos y de criterios humanos. Además los problemas metodológicos humanos, se arrgelan con soluciones humanas y no dejándole irresponsablemente el paquete a Dios, que no está paa eso.

La preparación de una buena sesión de catequesis no es, sin embargo, una tarea difícil ni exige mucha duración. Es normal que las tres primeras veces pida más tiempo. Pero, después, se logra mucha habilidad para prepararla con agilidad y buenos resultados. Todo depende de tener un buen sistema para hacerlo. Y queremos ofrecer aquí unos consejos prácticos para facilitarlo.

Hay muchos catequistas que preparan su catequesis reunidos en grupos. Este procedimiento tiene la ventaja de moderar posiciones y enriquecerse mutuamente con aportaciones y sugerencias. Otros prefieren estudiar solos en su recámara. Pero no importa el cómo se realice la preparación. Lo importante es llegar ante los catecúmenos con suficientes datos y recursos para educar su fe.

La preparación de una sesión de catequesis tiene dos aspectos: el psicológico y el práctico. Entendemos por preparación psicológica la actitud del catequista. Si la actitud no es correcta, su sesión ser menos eficaz. Pero puede lograrlo teniendo en cuenta que:

- Su tarea es colaborar con sus destinatarios para que descubran a Dios y lo experimenten. Es obvio que el catequista no debe, por lo tanto, hacer todo él, sino dejar a los destinatarios una parte de protagonismo. Y a Dios.
- Los destinatarios tienen experiencias e inquietudes que pueden aprovecharse al máximo. Para dar bien su clase debe aprovechar este recurso.
- Hay destinatarios conflictivos, incluso mal intencionados. Por eso, debe tener astucia y muy claros sus objetivos, para no caer en la trampa de desviarse de ellos debido a polémicas o distracciones que causen los mismos alumnos.
- Convencerse de que sabe más, sobre el punto que va a tratarse, de lo que saben los demás participantes. Y que, en el caso de que se encuentre presente en la actividad alguien más capacitado que él, aprovechar las cualidades y sabiduría de dicho participante para bien de la catequesis. De lo contrario, el miedo puede vencerle.
- Reconocer que no sabe todo sobre el tema. Y que, por eso, puede haber alguna pregunta que no sepa responder inmediata y perfectamente. Por eso, no se preocupará de decir: "Esto no lo sé. Consultar‚ y tendrá‚ la respuesta el próximo día".
- Esperar buenas aportaciones de los destinatarios, que ayudar a encontrar nuevas luces y experiencias para lograr una catequesis más fructífera.
- Concentrarse en el núcleo de su actividad, para no entretenerse en aspectos tangenciales.
- En resumen: acudir a la actividad con actitud de humildad, es decir de reconocer sus límites y sus capacidades; con actitud de seguridad en sus posibilidades; y con apertura para aprovechar todas las sugerencias de los destinatarios.

La preparación práctica de una sesión educativa tiene una preparación remota, que es la capacitación doctrinal y metodológica del catequista. Pero vamos a fijarnos más, ahora, en la preparación inmediata. Los pasos que conviene dar para preparar bien una sesión de catequesis son:

1. Definir el objetivo de la sesión: Si no sabemos a dónde vamos ¿Cómo vamos a llegar? Es común que los catequistas tengamos mucha preocupación por el contenido. Pero la finalidad de la catequesis es un mensaje que debe cambiar la vida, no transmitir sólo el contenido. Lo primero que debemos escribir, si deseamos trabajar rápido y preparar una clase atractiva, es el objetivo bien claro de nuestra clase.

2. Deben diferenciarse muy bien los objetivos vital y doctrinal, pues no hacerlo dificultar la buena marcha de la sesión. Es muy común que los catequistas mezclemos los dos objetivos. Pero hay que distinguir los dos objetivos de cada catequesis muy claramente: uno es el objetivo vital que busca cambiar la vida del destinatario de acuerdo con el Evangelio; y otro es el doctrinal, que busca lograr la comprensión y asimilación del mensaje cristiano. Ninguno de los dos puede faltar nunca, aunque uno de ellos sea más prioritario según las ocasiones. Podemos ocuparnos mucho del objetivo doctrinal... olvidando el vital. Diferenciarlos bien, facilita lograr una catequesis eficaz y clara. Porque la catequesis debe transmitir la fe en sus dos dimensiones.

3. Establecer el enlace entre el contenido y los destinatarios a los que se dirige la catequesis. Es decir, debemos respondernos a la pregunta: ¿Qué relación hay entre los objetivos de la sesión y quienes van a asistir? La respuesta que nos demos a nosotros mismos puede ser muy variada: interés, lejanía, temor, rechazo, ilusión... El enlace es lo que nos permitir hacer interesante el tema o los objetivos de la sesión. Normalmente, es una experiencia o una inquietud que tienen nuestros oyentes.

Establecer el enlace es difícil. Porque los intereses que los catequistas podemos tener sobre un tema, muy probablemente serán diferentes a los intereses de sus destinatarios. Pero el enlace es esencial. Porque, si no hay una buena relación entre el tema y los destinatarios, casi tenemos asegurado el fracaso de la clase. Ya que, si el destinatario no tiene interés, se distraerá, el tema no tocará su interior y no trabajará intensamente.

Por eso, el mayor esfuerzo a la hora de preparar una sesión de catequesis, debe dedicarse a fijar el enlace. Porque la buena catequesis es adaptación e inculturación.

4. Establecer los puntos esenciales del contenido: este paso consiste en fijar los tres o cuatro puntos que forman el esqueleto ideológico del contenido doctrinal de la sesión. Estos puntos doctrinales deben ser muy claros y precisos, pues forman el núcleo de informaciones que el destinatario debe asimilar. De hecho, si nuestros alumnos sólo asimilaran estos puntos, y los comprendieran bien, la catequesis ha logrado su objetivo doctrinal.

Muchos catequistas complican sus sesiones por cargarlas de exceso en los contenidos. Es decir, acumulan muchas explicaciones. ¿Qué resultado obtienen por querer exponer muchas cosas que conocen sobre el tema? Solamente que los destinatarios no llegan a digerirlo todo. Y, desde luego, no quedan muy motivados. Porque la buena catequesis educa la fe concentrándose en lo básico.

5. Fijar la dinámica del inicio de la sesión: Debemos elegir la técnica más apropiada para empezar la sesión, según el objetivo y las circunstancias de los destinatarios.

Es importante destacar que la dinámica más indicada no es siempre la más impresionante. Ni tampoco la más atractiva. La mejor dinámica es la que logra envolver a los destinatarios de modo que su atención y su interés se clavan en el tema y en los objetivos de la sesión. Por eso, la mejor dinámica es la que sirva para iniciar la sesión y que repercuta o tenga utilidad durante todo el resto de la sesión, aunque sea sencilla.

6. Leer sobre el tema que vamos a desarrollar, y precisar los datos que vamos a presentar: Cuando ya han quedado definidos los objetivos, el enlace, los puntos doctrinales y la dinámica, conviene leer sobre el tema, tomando notas que nos ser útiles. No se trata de leer mucho, sino selecto. Y no se trata tampoco de conocer todo lo que existe sobre el tema. Lo importante es que el catequista no tenga las ideas confusas o aproximadas sobre lo que debe hablar. Es decir, lo importante es que tenga las ideas muy claras. Y, además, que conozca narraciones, experiencias, hechos, que muestran la vitalidad del mensaje y motivan.

Todo catequista debe leer algún libro sobre al vida de la Iglesia o una revista de actualidad cristiana. Así dispondrá de muchos recursos para exponer con viveza y atracción sus temas.

7. Preparar los materiales necesarios: mapas, audiovisuales, cartulinas, gráficas, etc.

8. Asegurarse de que el local esté arreglado y los aparatos técnicos funcionen bien.

9. Elaborar un esquema escrito del contenido: que no supere dos páginas. A este respecto, vamos a dar un consejo muy práctico. Es normal que los catequistas nos preocupemos de escribir las ideas. También preparamos algunos ejemplos. Pero damos más importancia a las primeras. Y no debería ser así. Por esta razón, las sesiones resultan aburridas. Podemos lograr una preparación de la sesión muy eficaz dando estos pasos:

a. Primero se escribe el esquema de las ideas con una pluma de un color, por ejemplo, azul. Así podemos ver todo el itinerario de nuestra explicación.
b. Después, escribimos, con una pluma de otro color (por ejemplo, rojo), la dinámica para iniciar la sesión, los ejemplos o experiencias que vamos a narrar y las técnicas que vamos a utilizar. Pero debemos escribirlas en la misma hoja en que escribimos el esquema de las ideas, en el lugar en que utilizaremos estos recursos.
c. Finalmente, veremos nuestra sesión como a vista de pájaro. Y constataremos si hay muchos espacios azules o rojos. O si las técnicas y experiencias se concentran en una parte dejando el resto lleno de solas ideas. Así podremos acomodar o completar contenidos y experiencias en modo equilibrado.

Si deseamos disponer de más explicaciones o datos sobre el esquema del contenido, es muy útil anotarlo en otras hojas. Desaconsejamos el uso de cuadernos: es más útil escribir en hojas separadas, que permiten extenderse sobre la mesa y verse en conjunto con una sola ojeada. Después, se pueden colocar en una carpeta con anillas.
Autor: P Salvador Hernández 
Fuente: Catholic.net

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