Pedagogía de la Fe: Capítulo 6. Elementos de la Metodología. 4. Cómo realizar programas.

4. Cómo realizar programas.


A. ¿Vale la pena programar?

No podemos viajar sin saber a dónde vamos, cuántos días vamos a necesitar y cuánto dinero necesitamos. Si no preparamos estas cosas, seguro que tendremos problemas en el viaje. No podemos invitar a unos amigos a una fiesta de familia si no sabemos cuántos invitados recibiremos, cuánto dinero tenemos para gastar y cuántas personas caben en nuestro jardín. Si no organizamos un poco nuestra fiesta... dejará muy mal recuerdo a nuestros invitados. Y podríamos seguir añadiendo situaciones de la vida en las que es imprescindible programarnos para tener ‚éxito. ¿Cómo, pues, no será necesario también programar nuestra acción de catequesis? Bastaría recordar la frase del Evangelio: "?¿Quién de Ustedes edifica una torre sin antes calcular los gastos y ver si tiene para acabarla?".

Programar es tan necesario como trabajar. Porque la falta de programación provoca mucha pérdida de tiempo y de energías. Y es una pena dedicarse a la catequesis y tener poco fruto por no organizar mejor nuestros recursos y nuestras metas.

¿Qué es programar? Programar es preparar los pasos necesarios para llegar a una meta. Quien conoce previamente los pasos que debe dar, tiene más facilidad para no dar pasos inútiles. Por eso, programar es conocer bien lo que debemos hacer y preparar cuánto sea necesario para llegar felizmente a nuestra meta.

Podemos programar algo muy complejo, como es la catequesis de toda una diócesis. Pero también podemos programar algo muy sencillo, como es una fiesta de fin de curso. Algunas personas tenemos dificultad para hacer programas. Y otros tenemos más facilidad. Pero todos necesitamos pensar y seleccionar cómo vamos a realizar nuestra actividad evangelizadora. De hecho, todos preparamos de un modo o de otro nuestras actividades. Pero ¡qué bueno es prepararlas bien!. Por eso, la programación debemos verla más como una ayuda que como una carga pesada: si vamos a preparar nuestro trabajo, mejor es aprovechar el esfuerzo que le dedicaremos. Porque la catequesis debe presentar sistemáticamente el mensaje básico de la fe.


B. Límites y posibilidades de la programación.

No podemos programar todo. Trabajamos con seres libres. Y no podemos profetizar cuántos asistirán a nuestros cursos o cuántos aprovecharán bien nuestra catequesis. También podemos hacer un buen programa de catequesis con niños, hay un cambio de horario en las escuelas, y se nos modifica todo el programa. Estas situaciones tan comunes, nos llevan a exponer dos principios básicos:

- El programa es para el hombre y no el hombre para el programa. Por lo tanto, debemos hacer las modificaciones cuando se requieran.

- En caso de duda, respetar lo programado. Podemos caer en el error contrario: hacer demasiados cambios al programa. Y los excesivos cambios confunden a las personas o entorpecen otras actividades. Por eso, si el cambio no asegura mejores consecuencias, mantengamos las cosas como se programaron inicialmente.

Concluyamos lo referente a los límites y posibilidades de la programación subrayando una característica propia de nuestra sociedad actual: el constante cambio. Un programa útil resulta poco eficaz pasados tan sólo dos años. La doctrina siempre es la misma. Y muchos principios fundamentales de la catequesis son estables. Pero hoy es muy necesario tomar las previsiones necesarias porque vivimos en una etapa de transición cultural. Por eso, debemos renovar cada año nuestros programas. No necesitaremos cambiar todo. Bastarán unos retoques. Pero el mundo cambia y los programas deben actualizarse.


C. Pasos esenciales para un buen programa de catequesis.

Hemos definido el programa como preparar los pasos necesarios para llegar a una meta. Para programar bien, pues, sólo se necesita saber cuáles pasos debemos dar y ponerlo en orden. Es claro que no siempre sabemos cómo ser nuestro camino y no podemos prever todos los pasos. De acuerdo. Pero debemos hacer el intento. Así, repitiendo la programación varias veces y comparando lo programado con los resultados, podremos mejorar nuestros programas futuros.

Cada programa tiene un perfil distinto. Pero hay unos pasos comunes que podemos aplicar en todos los programas. Seguir estos pasos comunes permite preparar lo más importante. En concreto, un buen programa puede prepararse con estos pasos:


1.Análisis del entorno, para conocer mejor el trabajo.

2.Fijar los objetivos vitales, para trabajar en lo importante y prioritarios no en lo secundario.

3.Fijar los temas prioritarios, para no perderse en temas sin importancia.

4.Definir a cuántas y cuáles personas deseamos llegar, para conocer dónde está nuestra meta concreta.

5.Fijar el horario y el lugar,para poder invitar con precisión.

6.Decidir cómo hacer la promoción, para que asista mucha gente.

7.Elegir los materiales,para tenerlos a tiempo.

8.Elegir quiénes pueden ayudar, para saber cuáles fuerzas tenemos.

9.Hacer el calendario de actividades, para no improvisar y preparar todo lo necesario con tiempo.

10.Evaluar el programa, para poderlo mejorar la siguiente vez.

Cada uno de estos pasos requiere explicaciones. Las presentamos en los siguientes puntos.


D. Cómo realizar bien el análisis de nuestro entorno.

El análisis del entorno permite elegir mejor los objetivos prioritarios y conocer mejor a los destinatarios. El catequista debe hacerlo con detalle. Porque el catequista necesita actualizarse constantemente para comprender y adaptarse mejor a sus destinatarios. Los puntos fundamentales para hacer bien un análisis del entorno son los siguientes:

a. Datos geográficos:

*¿Cuál es la extensión del área en que vamos a trabajar, el número de habitantes que la pueblan? ¿Cuántas personas viven en rancherías o en la cabecera? ¿Qué distancias hay entre los diversos poblados o colonias en que debo trabajar?

* ¿Cómo es el terreno: hay cerros, llanuras, ríos, lagos...?

* ¿Cómo es el transporte: hay camiones para llegar a todos los poblados o colonias? ¿Hay terracería o brecha? ¿Es necesario transportarse en animales? ¿Hay puentes o es difícil vadear los arroyos? ¿Hay problemas de transporte en época de lluvias, etc?

b. Nivel cultural:

*¿Cómo es la instrucción de la gente? ¿Qué nivel de alfabetización tienen? ¿Hay personas con estudios de secundaria o preparatoria, etc.?

* ¿Hay etnias con idioma o costumbres especiales?


c. Situación religiosa:

*¿Cuál es el porcentaje de bautizados? ¿Cuál es la frecuencia a los sacramentos?

* ¿Cómo es su instrucción religiosa: conocen mucho, poco o nada? ¿Cuánto interés manifiestan por formarse?

* ¿Cuáles grupos parroquiales funcionan?

* ¿Cuáles son las expresiones de religiosidad popular más fuertes en la comunidad?

* ¿Hay sectas? ¿Cuáles y con qué número de seguidores?


d. Situación familiar:

*¿Son estables las familias o hay muchos divorcios y amancebados?

*¿Cuántos hijos suelen tener por pareja? ¿Los educan?

*¿Abundan las madres solteras?


e. Situación social:

* Economía: ¿De qué vive la gente, en qué trabajan? ¿Hay mucha pobreza?

* Política: La gente se preocupa por las elecciones? ¿Cuál partido predomina, etc?

* Seguridad: ¿Hay muchos robos, se matan fácilmente?

* Abusos: ¿Hay grupos que se imponen a la gente o algún cacique opresor?

g. Intereses de la gente:

* ¿Cuáles diversiones, posibilidades de descanso, o gustos predominan?

* ¿Cuáles vicios son más comunes?


h. Valores y antivalores predominantes:

* ¿Qué es lo mejor que tiene la gente del rumbo?

* ¿Y qué es lo peor de esa gente?


i. Factores que facilitan la evangelización.


* ¿Qué ayuda prestan el Obispo o el párroco a nuevos proyectos o a impulsar nuevos esfuerzos?

* ¿Hay experiencias positivas de evangelización que conviene apoyar?

*¿Cuáles expresiones de religiosidad popular o actividades de formación que más aceptan las gentes del lugar?

* ¿Hay actividades de evangelización que son útiles pero que nadie promueve? ¿Cuáles?


j. Dificultades para evangelizar:


* ¿Hay algún grupo o algunas personas que pueden dificultar la tarea de evangelización?

*¿Cuál es el mayor obstáculo que puede encontrarse para llevar a cabo el programa de evangelización? Y ¿tiene solución?



E. Cómo sabemos lo que necesita nuestra comunidad.

La catequesis tiene unas actividades y objetivos que siempre serán fijos de un modo o de otro. Por ejemplo, siempre debemos enseñar a orar, siempre debemos dar cursos de educación básica, siempre debemos preparar a la recepción de los sacramentos, etc. Pero también hay siempre objetivos y actividades que van surgiendo con nuevas necesidades y circunstancias. Por eso, lo primero que debemos hacer, después de terminar el análisis del entorno, es decidir qué necesita nuestra comunidad. Es decir, fijar los objetivos prioritarios de nuestro trabajo evangelizador. Sólo así podremos hacer un programa que dé resultados adecuados a la comunidad.

Es bueno recordar que los objetivos prioritarios deben siempre diferenciarse en vitales y doctrinales. Los primeros buscan lo que debe vivir el destinatario; los segundos buscan lo que deben aprender. Por eso, el catequista debe fijar muy bien qué es lo que desea que vivan y aprendan sus catecúmenos para llegar a mejorar su fe.

Pero es claro que los objetivos prioritarios vitales y doctrinales no se deciden a golpe de corazón. Debemos elegirlos según las necesidades que percibimos más urgentes en nuestra comunidad. Pueden ser necesidades urgentes por los graves fallos que detectamos en su vida cristiana. Pero también podemos precisarlas por las lagunas que haya en su formación. Es decir, o decidimos las necesidades prioritarias porque las cosas van mal o, como van bien, para que vayan mejor. Porque siempre hay que buscar los frutos de catequesis adecuados a la etapa de desarrollo cristiano que corresponde a cada persona.

Para fijar bien estas necesidades, conviene volver a repasar los datos de la situación religiosa, familiar y social anotados en el análisis del entorno.


a. ¿Por dónde empezar?: La regla del 80 / 20.

Un programa busca resolver unas necesidades. Busca lograr unos objetivos. Pero no podemos hacer un programa que resuelva todas las necesidades de una comunidad o todos los problemas de una persona. Tenemos que hacer un programa que resuelva sólo algunas cosas. ¿Cuáles? Las más importantes. Por eso, debemos seleccionar cuáles necesidades debemos resolver primero. Así podremos fijar nuestros objetivos prioritarios sobre cuantos tenemos delante.

Pero aún queda una pregunta: ¿Cómo seleccionar bien las necesidades u objetivos prioritarios? ¿Cómo podemos tener la seguridad de haber elegido bien? No puede ayudar mucho la regla del 80 / 20. Esta regla de los comerciantes dice que el 80% de los deudores suelen deber el 20 % del dinero y viceversa. Es decir, que hay dos tipos de deudores: unos pocos que deben cantidades muy fuertes, y muchos otros que deben pequeñas cantidades. La conclusión que saca un comerciante es que debe iniciar el cobro por los deudores grandes, porque son menos y así, en menos tiempo, podrá recuperar la mayor parte de su deuda. Pues, de un modo semejante, el catequista debe aplicar la ley del 80 / 20.

¿Cómo aplica el catequista la ley del 80 / 20? Tratando de atender la necesidad que más afecta a su comunidad. Es decir, hay muchas necesidades en su comunidad. Pero hay dos o tres que, si se resuelven, darán más fruto que si resolvemos otras menos importantes. Por ejemplo, si las sectas invaden a una comunidad, podemos aplicar muchas soluciones para evitar su fatal influjo. Pero, si educamos mejor la fe católica de los fieles, obtendremos más resultados que si tratamos de convencer a todos los pastores protestantes para convertirlo o si tratamos de que todos los fieles conozcan las doctrinas de las variadas sectas que los pueden invadir.

Una forma de asegurarnos que estamos acertando con la ley del 80 / 20 es responder a estas preguntas: ¿Este objetivo resuelve una necesidad o varias? ¿Esta necesidad aparece entre las más importantes de las anotadas en el análisis del entorno de nuestra comunidad? Si resolvemos esta necesidad ¿será más fácil resolver las otras?

No olvidemos que Dios espera de nosotros buena evangelización. Y hay que buscar objetivos profundos y actualizar constantemente las metas intermedias y los programas. Así podremos atender las necesidades prioritarias de nuestra comunidad.


b. ¿A quiénes y a cuántos vamos a educar?

Un buen programa necesita un talante siempre misionero. No podemos conformarnos con atender a quienes vienen a las actividades evangelizadoras. Necesitamos llegar a los alejados. Hay que dar prioridad a las personas sobre la organización o los instrumentos. No podemos limitar nuestra evangelización y sentirnos satisfechos... porque nuestro grupo de catequesis tuvo cinco niños más este año. La catequesis debe ser misionera. Y, para lograrlo, es necesario que nos fijemos una meta bien clara. Y, en este campo, lo más claro son los números. Por eso, debemos siempre proponernos un número de asistentes para cada curso o actividad como meta a lograr de nuestra acción.

Es verdad que el número de asistentes no depende muchas veces de nosotros solos. Pero la Iglesia tiene mucha necesidad de nuestro compromiso misionero. Por eso, necesitamos fijarnos un número que nos permita, una vez terminada la actividad, medir qué tanto fu‚ un avance o un retroceso en la mejor evangelización de nuestra comunidad. Porque, si hay cien niños que necesitan prepararse a la primera comunión y sólo vienen 45 ¿podemos quedarnos satisfechos? Pero, para poder medir si hemos logrado atender la necesidad de nuestra comunidad, necesitamos primero saber el número de niños que necesitan prepararse a la primera comunión y proponernos a cuántos vamos a formar de inmediato. Es decir, necesitamos hacer un buen cálculo con el análisis del entorno y proponernos un número preciso como meta de nuestro curso.

Necesitamos subrayar que nuestro trabajo es con seres humanos y no con cosas. Y los seres humanos son libres. Y pueden fallar. Por eso, no debemos desanimarnos cuando los números de los resultados son inferiores a lo que habíamos calculado. Un fracaso así es doloroso. Pero también es aleccionador: podemos aprender a hacer mejor nuestro cálculo o aprender a mejorar nuestros medios de promoción.


c. ¿En qué lugar y a qué hora?

Podemos impartir la catequesis en cualquier hora y en cualquier lugar. Pero podemos facilitar o dificultar la asistencia de los destinatarios eligiendo mal o bien tanto el horario como el local. Todos sabemos que la catequesis es una actividad comprometedora y, por tanto, difícil. No debemos, pues, hacerla más difícil eligiendo horarios o lugares conflictivos. Por eso, a la hora de programar, debemos tener en cuenta estos puntos para garantizar mejor el ‚éxito de nuestra catequesis:

* Sobre el lugar:

- Podemos elegir cualquier lugar para catequesis: desde un salón parroquial con aire acondicionado hasta debajo de un árbol.
- El lugar no debe tener fuentes importantes de distracción. Las distracciones son diferentes según la edad: los adolescentes se preocupan mucho de los jóvenes de otro sexo que pasan junto a la ventana del salón de clases, los niños se distraen fácilmente cuando cambian de salón o de muebles, etc.
- Es mejor elegir el salón de clases que evite el ruido excesivo, como puede ser de una fábrica cercana o del tránsito pesado de una avenida.
- El lugar no debe ser muy cómodo: los adultos, por ejemplo, se duermen fácilmente en sillas muy acojinadas.
- El lugar no debe ser muy incómodo: si hay muchos moscos, todos se distraen matándolos.
- Los salones deben tener la luz natural del lado izquierdo, para favorecer la lectura y la escritura sin sombras que perjudican la vista.
- El pizarrón debe colocarse de modo que la luz no de reflejos que dificulten la lectura de los alumnos.
- Es importante asegurar un lugar para el curso con buenos medios de transporte si es para personas que vienen de diversos lugares. Si son personas con carro, debe asegurarse el estacionamiento.
- Es mejor crear varios centros de evangelización en una parroquia extensa que concetrar todos los cursos en un lugar, pues se facilita la asistencia de más personas.
- Demasiados objetos en los muros o muebles distraen mucho a los niños y adolescentes.

* Sobre el horario:

- El horario mejor es el que se acomoda a los alumnos, no el que es bueno sólo para el catequista.
- Es de sabios cambiar horario para favorecer la asistencia.
- En caso de conflicto, la solución se encuentra más fácilmente buscándola entre todos, catequistas y catecúmenos.
- Los niños no deben tener sesiones superiores a los 45 minutos de clase. Los adultos aguantan hasta hora y media seguida.
- Los cursos en la noche para adultos no deben durar más de una hora. Puede haber dos sesiones de 45 minutos con un descanso intermedio.
- Evitar la coincidencia de actividades que perjudiquen la asistencia de destinatarios (eventos deportivos, televisivos, celebraciones litúrgicas, etc).
- Es muy útil realizar cursos para niños y para mamás en el mismo horario, sobre todo cuando las mamás llevan personalmente a los niños a la catequesis. Así se unifican horarios y se facilita la asistencia de ambos.

Aún manteniendo fijos todos estos consejos, los catequistas deben esforzarse por conocer bien el mundo de sus destinatarios. Así evitar n sorpresas, como elegir un mal horario o un lugar problemático. Por eso, es necesario hacer bien el análisis del entorno o revisar el que hicimos hace uno o dos años. Porque el catequista necesita actualizarse constantemente para comprender y adaptarse mejor a sus destinatarios.


PARA REFLEXIONAR:

"Como pastores de la Iglesia estos nos preocupa. Al mismo tiempo nos duele ver cómo muchos de nuestros fieles no son capaces de comunicar a los demás la alegría de su fe. Jesucristo nos pide que seamos la "sal de la tierra", la levadura en la masa. Por ello, la Iglesia, pastores y fieles, sin descuidar la atención de los cercanos, debe salir al encuentro de los que están alejados.
Autor: J. Salvador Hernández 
Fuente: Catholic.net

No hay comentarios:

Publicar un comentario