Oración por la Unidad de los Cristianos 2012

“Todos seremos transformados por la victoria de Nuestro Señor Jesucristo” 1 Co 15,51-58

18 – 25 Enero. En cada iglesia, comunidad, institución, familia.


El material correspondiente a la SEMANADE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS para el año 2012, ha sido preparado por representantes de la Iglesia católica-romana, la Iglesia ortodoxa y las Iglesias vetero-católicas y protestantes, presentes en Polonia. El tema a resaltar es el poder transformador de la fe en Cristo.
¿Por qué este tema? Ellos explican que la primera razón deriva de la historia de Polonia, país que ha pasado por invasiones, opresión de poderes extranjeros, y a la vez el deseo de superar la esclavitud y lograr la libertad. Y así, donde hay victoria hay perdedores que no comparten la alegría y el triunfo de los ganadores. Esta particular historia de la nación polaca ha llevado al grupo ecuménico que ha preparado los materiales de este año a reflejar más profundamente lo que significa "ganar" y "perder", especialmente dada la forma en la que el lenguaje de la "victoria" se entiende frecuentemente en términos triunfalistas. Sin embargo, Cristo en su Pascua nos muestra una manera muy diferente de ganar y de perder.
Por otro lado la celebración en el 2012 del Campeonato Europeo de Fútbol en Polonia, será una “victoria nacional” porque millones de aficionados esperan ver a sus equipos jugando en Polonia. Este ejemplo puede llevarnos a considerar la situación de quienes no ganan, no sólo en el deporte sino también en sus vidas y comunidades: a quienes constantemente sufren derrotas y se les niega la victoria debido a diversas condiciones y circunstancias. La rivalidad es una característica permanente no sólo en el deporte, sino también en la vida política, empresarial, cultural, incluso eclesial.
Cuando los discípulos de Jesús discutían sobre "quién era el más importante" (Mc 9,34), generaba fuerte polémica. Pero la respuesta de Jesús fue muy simple: "si alguno quiere ser el primero, colóquese en último lugar y hágase servidor de todos" (Mc 9,35). Esto significa, servicio mutuo, sin ver diferencias, a ejemplo de Jesucristo. Esta "victoria" no es posible sin la transformación espiritual y la conversión. En esta oración y esfuerzo por la plena unidad visible de la Iglesia es como nosotros mismos, y aquellas tradiciones a las que nosotros pertenecemos, serán cambiadas, transformadas y conformadas a Cristo. Hay sitio para todos en el plan de salvación de Dios. A través de su muerte y resurrección, Cristo abarca a todos, independientemente de ganadores o perdedores, "para que todo el que cree en él tenga la vida eterna" (Jn 3,15).


Día primero: Transformados por Cristo servidor

El Hijo del hombre ha venido para servir (cf. Mc 10,45)
Textos: Mc 10,45; Za 9,9-10; Sal. 131; Rom 12,3-8; Mc 10,42-45

El  modelo de servicio a Dios y al prójimo es Cristo Jesús. La profecía de Zacarías sobre un rey victorioso y humilde se cumplió en Él, el Rey de la paz, viene a los suyos, a Jerusalén, la ciudad de la paz. No la conquista con engaño o violencia, sino por la dulzura y la humildad. El salmo 131 describe de manera breve pero elocuentemente el estado de paz espiritual que nace de la humildad. La imagen de la madre y el hijo significa la ternura y la confianza a la que es llamada toda la comunidad de creyentes.
El apóstol Pablo nos recuerda los diferentes dones que poseemos, de cómo en la diversidad

Oración
Dios todopoderoso y eterno, en el camino de servicio, tu Hijo nos conduce de la arrogancia de la desobediencia a la humildad del corazón. Dígnate unirnos unos a otros por tu Espíritu Santo, para que a través del servicio de nuestras hermanas y hermanos se pueda revelar tu verdadero rostro. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Cuáles son las ocasiones de servicio más amenazadas por el orgullo y la arrogancia?
2. ¿Qué hacer para que todos los ministerios cristianos se perciban como un servicio?
3. En nuestra sociedad, ¿qué pueden hacer los cristianos de diferentes tradiciones, mejor juntos que separados, para revelar a Cristo servidor?

Día SEGUNDO: Transformados por la espera paciente del Señor

¡Déjalo así por ahora! Es necesario que cumplamos lo que Dios ha dispuesto (Mt 3,15)
Textos: 1 Sam 1,1-20; Sal 40; Heb 11,32-34; Mt 3,13-17

La victoria está frecuentemente asociada con el triunfo inmediato. Sin embargo desde la perspectiva cristiana la victoria es un proceso de transformación a largo plazo donde la presencia de Dios se hace patente, y nos da una confianza paciente y una profunda esperanza en Él. Ana es ejemplo de ello al no poder quedar inicialmente embarazada; fue por la intervención Dios, que atendió la oración de Ana, que pudo concebir a Samuel. El salmista se hace eco de la espera paciente de Ana, en medio de otro tipo de lucha.
El autor de la Carta a los Hebreos recuerda la paciencia de personas como Abraham (6,15) y otros que han salido victoriosos por la fe y la confianza en Dios. Entender que Dios interviene y maneja los hilos de la historia humana evita la tentación de querer triunfar en términos humanos.
En el Evangelio, la voz del cielo en el bautismo de Jesús proclamándolo como “Hijo Amado”, y a la vez la resistencia y paciencia de Jesús ante el diablo.
No sucumbe a la tentación, más bien entra en la dinámica del Reino de Dios que lo conduce a la muerte en cruz y a la victoria definitiva.
Nuestro deseo de la unidad visible de la Iglesia requiere espera paciente y confiada. Nuestra oración por la unidad cristiana es como la oración de Ana y del salmista que supone confianza en Dios.

Oración
Dios fiel, tus palabras son verdaderas en todo tiempo. Haz que, como Jesús, tengamos paciencia y confianza en tu amor inquebrantable. Ilumínanos por tu Espíritu Santo para que no obstaculicemos la plenitud de tu justicia por nuestros juicios apresurados, sino que veamos más tu sabiduría y amor en todas las cosas. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén

Preguntas para la reflexión
1. ¿En qué situaciones de nuestra vida debemos tener una mayor confianza en las promesas de Dios?
2. ¿Qué aspectos de la vida de la Iglesia están particularmente expuestos a la tentación de actuar precipitadamente?
3. ¿En qué situaciones debemos esperar los cristianos, y cuando debemos actuar juntos?

Día TERCERO: Transformados por el Siervo doliente.

Cristo padeció por nosotros (cf. 1 Pe 2,21)
Textos: Is 53,3-11; Sal 22,12-24; 1 Pe 2,21-25; Lc 24,25-27

Dios puede cambiar los desastres y la tragedia en victoria. Él transforma todos nuestros sufrimientos y desgracias, en una resurrección que abarca a todo el mundo.
Cuando todo parecía perdido, entonces empieza la verdadera victoria.
La profecía de Isaías sobre el Siervo doliente se cumplió en Cristo. El Salmo 22 no habla sólo de Jesús, sino también para Jesús. El Salvador mismo oró este salmo en la Cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"
El apóstol Pedro, testigo privilegiado de la pasión de Cristo, nos da un ejemplo: estamos llamados a esta forma de sufrimiento por amor. Jesús no maldijo a Dios, sino que se remite al justo Juez. Sus heridas nos han curado y hecho regresar al único Pastor. Como para los discípulos de Emaús, Jesús nos acompaña constantemente en el difícil camino de la vida.
Los cristianos reconocemos el sufrimiento de Jesús hoy en la injusticia social y en las persecuciones. La Cruz nos lleva a la unidad. El sufrimiento de Cristo es fuente de misericordia y de solidaridad con toda la familia humana. Como afirma un teólogo contemporáneo: cuanto más nos acercamos a la Cruz de Cristo, más nos acercamos unos a otros. El testimonio que damos juntos los cristianos en situaciones de sufrimiento adquiere una gran credibilidad. Estos son los dones que esperamos recibir de su Espíritu en nuestro camino a la unidad.


Oración
Dios del consuelo, que has transformado la vergüenza de la Cruz en un signo de victoria. Concédenos que podamos estar unidos alrededor de la Cruz de tu Hijo y celebrar la misericordia que nos ofrece por su sufrimiento. Que el Espíritu Santo abra nuestros ojos y nuestros corazones, para que podamos ayudar a los que sufren a experimentar tu cercanía. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo nuestra fe nos puede ayudar a dar una respuesta al sufrimiento de larga duración?
2. ¿Qué aspectos del sufrimiento humano son hoy ignorados o desapercibidos?
3. ¿Cómo pueden los cristianos testimoniar juntos el poder de la Cruz?

Día CUARTO: Transformados por la victoria del Señor sobre el mal

Vence al mal a fuerza de bien (Rm 12,21)
Textos: Ex 23,1-9; Sal 1; Rm 12,17-21; Mt 4,1-11

Jesús nos explica la palabra 'victoria': es la felicidad de compartir el amor de Dios, superando con Él todo lo que nos separa unos de otros. En Jesús podemos compartir una nueva vida que nos llama a luchar contra el mal con renovada confianza y encontrar la alegría en lo que es bueno.
Las palabras del antiguo Testamento advierten contra la participación en el mal y la injusticia.
El salmo 1 dice quien ama la ley del Señor es feliz y bendito. La palabra de Dios es guía segura en la adversidad y constituye el cumplimiento de la sabiduría humana. Quien la medita día y noche puede llevar una vida muy fructífera por el bien de los demás.
El Apóstol nos invita a vencer el mal con el bien.
Sólo el bien puede interrumpir la interminable espiral de odio y el deseo humano de venganza.
Pablo pide hacer todo lo posible para mantener la paz con los demás.
El Evangelio describe la lucha del Hijo de Dios contra Satanás, el mal. La victoria de Jesús se cumple en su obediencia al Padre, que lo lleva a la Cruz. La resurrección del Salvador confirma la bondad de Dios y el amor que supera a la muerte.
El Señor resucitado nos acompaña en las luchas contra la tentación y el pecado. Por nuestras divisiones no podemos ser lo suficientemente fuertes para luchar contra los males de nuestro tiempo. Al contrario, unidos en Cristo y regocijándonos en su ley de amor estamos llamados a compartir su misión de llevar esperanza a los lugares de la injusticia, del odio y de la desesperación.

Oración
Señor Jesucristo, te damos gracias por tu victoria sobre el mal y el odio. Te alabamos por tu sacrificio y por tu resurrección que ha vencido la muerte.
Ayúdanos en nuestra lucha cotidiana contra toda adversidad. Que el Espíritu Santo nos dé fuerza y sabiduría para que podamos superar el mal con el bien y la división con la reconciliación. Amén.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Dónde vemos el mal en nuestras propias vidas?
2. ¿En qué forma puede nuestra fe en Cristo ayudarnos a superar el mal y al Maligno?
3. ¿Qué podemos aprender de las situaciones en nuestra comunidad donde la división ha dado paso a la reconciliación?

Día QUINTO: Transformados por la paz de Cristo resucitado

Se presentó Jesús en medio de ellos y dijo: "La paz esté con ustedes" (Jn 20,19)
Textos: Ml 4,5-6; Sal 133; Ef 2,14-20; Jn 20,19-23

Malaquías transmite la promesa de que Dios enviará a su elegido para instaurar la armonía y el respeto en todos los hogares, entre las naciones... El profeta llama la atención sobre el desamor en las relaciones entre los padres y los hijos. La restauración de esta unidad no es posible sin la ayuda de Dios: es el enviado de Dios el que realiza el milagro de transformar los corazones y las relaciones entre las personas.
El Salmo muestra la gran alegría que puede traer esa unidad entre las personas. El ser humano no fue creado para estar solo ni puede vivir en un ambiente hostil. La felicidad consiste en vivir en una comunidad humana con armonía, paz, confianza y comprensión.
La Carta hace eco al profeta Malaquías. Jesús trae la unidad, porque en su cuerpo ha destruido el muro de separación entre las personas. Jesús no rechaza, ni destruye, ni humilla a nadie; pone fin a toda alienación, transforma, sana y reúne a todos los seres humanos.
El Evangelio recuerda el don que el Señor ha dado a sus discípulos. La paz sea con vosotros, es el saludo de Cristo y también su don. Es una invitación a buscar la paz con Dios y establecer relaciones nuevas y duraderas en la familia humana y en la creación. Jesús ha vencido la muerte y el pecado.
Por el Espíritu Santo, el Señor invita a sus discípulos a entrar en su misión: llevar la paz, la curación y el perdón a todos. La paz y la unidad caracterizan esta transformación. Por esto, las Iglesias reciben estos dones y los realizan, como miembros de la única familia de Dios.

Oración
Dios del amor y de la misericordia, enséñanos la alegría que se tiene compartiendo tu paz. Llénanos de tu Espíritu Santo para que podamos derribar los muros de hostilidad que nos separan. Que Cristo resucitado nos ayude a superar toda división y nos una como miembros de tu familia. Te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, por los siglos de los siglos. Amén.



Preguntas para la reflexión
1. ¿Cuáles son las formas de violencia de nuestra sociedad que podemos afrontar juntos como cristianos?
2. ¿Cómo experimentamos las ocultas hostilidades que afectan nuestras relaciones mutuas entre comunidades cristianas?
3. ¿Cómo podemos aprender a acogernos unos a otros como el mismo Cristo nos acoge?

Día SEXTO: Transformados por el amor inconmovible de Dios.

Nuestra fe es la que vence al mundo (1 Jn 5,4)
Textos: Ha 3,17-19; Sal 136,1-4.23-26; 1 Jn 5,1-6; Jn 15,9-17

En Habacuc, es la fe en Dios la que permite mantener viva la esperanza a pesar de todos los fracasos. Su lamentación se transforma en alegría por la fidelidad de Dios que da la fuerza frente a la desesperación.
El salmo confirma que la memoria de los hechos maravillosos de Dios en la historia de Israel es una prueba de su amor eterno.
La Epístola nos recuerda que el que ha nacido de Dios vence al mundo. No se trata de victorias medibles según criterios humanos. La victoria en Cristo implica un cambio de corazón, una percepción de la realidad terrena desde la óptica de la eternidad y una fe en la victoria definitiva sobre la muerte. Esta fuerza victoriosa es la fe en la que Dios es la fuente. Y su manifestación más perfecta es el amor.
En el Evangelio, Cristo da a sus discípulos la seguridad del amor de Dios, que encontrará su confirmación definitiva en la muerte del Salvador en la Cruz. Al mismo tiempo, les invita y llama a manifestar el amor de unos por otros. La relación de Jesús con sus discípulos se basa en el amor. No les trata simplemente como discípulos, sino que les llama sus amigos. El servicio a Cristo consiste en conformar su vida al único mandamiento del amor, que es el resultado de una convicción interior y de fe. En un espíritu de amor, incluso cuando el progreso en el camino hacia la plena unidad visible parece lento, no perdemos la esperanza. El amor inconmovible de Dios permitirá superar los obstáculos y las divisiones más profundas. Por esta razón nuestra fe es la que vence al mundo, asociada al poder transformador del amor de Dios.

Oración
Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, por tu resurrección triunfaste sobre la muerte y te has convertido en el Señor de la vida. Sin mérito nuestro Tú nos has elegido para ser tus amigos. Haz que el Espíritu Santo nos una a ti y unos con otros en la amistad, para que te sirvamos fielmente en este mundo y seamos testigos de tu amor inquebrantable. Tú que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo, por siglos de los siglos. Amén.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo debemos expresar el amor cristiano en contextos de diferentes religiones y filosofías?
2. ¿Qué debemos hacer para convertirnos en testigos más creíbles del amor inquebrantable de Dios en un mundo dividido?
3. ¿Cómo pueden los discípulos de Cristo apoyarse más visiblemente unos a otros en todo el mundo?

Día SÉPTIMO: Transformados por el buen pastor

Apacienta mis ovejas (Jn 21,19)
Textos: 1 Sm 2,1-10; Sal 23; Ef 6,10-20; Jn 21,15-19

Quienes deben superar el sufrimiento, necesitan el apoyo de lo alto, que proviene de la oración. La fuerza de Ana fue objeto del primer capítulo del libro de Samuel.
En el segundo se encuentra la oración de acción de gracias. Ana ha entendido que algunos hechos sólo suceden con la ayuda de Dios. Él ha querido que ella y su marido se convirtieran en padres, un ejemplo de la victoria.
En el Salmo el buen pastor guía su rebaño a través de los lugares oscuros, reconfortándolo con su presencia. Quienes ponen su confianza en el Señor no temen las tinieblas de la ruptura o de la desunión, porque su pastor les llevará a los verdes pastos de la verdad.
El apóstol Pablo nos exhorta a ser fuertes en el Señor, vistiendo la armadura espiritual: verdad, justicia, proclamación de la buena noticia, fe, salvación, palabra de Dios y oración.
El Señor exhorta a Pedro, y en él a cada discípulo, a descubrir el amor de Aquél que es único Pastor verdadero. ¡Apacienta mis ovejas! Significa: alimentarlas, protegerlas, cuidarlas, fortalecerlas, porque son mis ovejas y me pertenecen.
Por la gracia de Dios, el testigo de Cristo está obligado a actuar por la unidad. Tenemos la capacidad y los conocimientos para dar tal testimonio El buen Pastor, que por su vida, su enseñanza y su conducta fortalece a todos los que han confiado en su gracia y su apoyo, nos impulsa a cooperar incondicionalmente con él. Así, fortificados, podremos ayudarnos unos a otros en el camino de la unidad. Seamos fuertes en el Señor para poder extender a otros el testimonio de su amor.

Oración

Padre de todos: Tú nos has llamado a ser un solo rebaño en tu Hijo, Jesucristo. Él es el Buen Pastor que nos invita a descansar en verdes pastos, nos lleva a aguas tranquilas y restaura nuestras almas. Haz que siguiéndole, podamos ser signo para otros; para que todos vean en nosotros el amor de un solo verdadero pastor, nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos, Amén.

Preguntas para la reflexión
1. ¿Cómo nos invita el buen Pastor a animar, fortificar y restaurar la confianza de aquellos que están perdidos?
2. ¿Cómo pueden los cristianos de diversas tradiciones esforzarse mutuamente para confesar y testimoniar a Jesucristo?
3. Para nosotros hoy, ¿qué puede significar la exhortación de San Pablo: "Revístanse las armas que les ofrece Dios"?

Día OCTAVO: Reunidos en el reino de Cristo

Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí (Ap 3,21)
Textos: 1 Cr 29,10-13; Sal 21,1-7; Ap 3,19b-22; Jn 12,23-26

Jesucristo es el primer nacido de entre los muertos. Se humilló a sí mismo y fue exaltado.
El salmo real de acción de gracias continúa esta idea. La tradición cristiana también le da un sentido mesiánico; Cristo es el verdadero Rey, presencia perfecta de Dios en medio de su pueblo. Esta imagen puede referirse también al pueblo. ¿No quiere Dios hacernos "coherederos con su Hijo y miembros de su familia real"?
En el Apocalipsis, las siete Iglesias locales constituyen un mensaje dirigido a la iglesia de todos los tiempos y lugares. Aquellos que acogieron a Cristo en sus hogares son invitados a compartir con él el banquete de la vida eterna. La promesa de sentarse sobre los tronos, anunciada previamente a los Doce, ahora se extiende a todos los que han obtenido la victoria.
Allí donde estoy yo, estará también mi servidor.
Podemos vincular el “Yo estoy” de Jesús al inefable nombre de Dios. El servidor de Jesús, estará donde el Señor está sentado: a la derecha del Padre para reinar.
Los cristianos somos conscientes que la unidad entre nosotros, aunque requiere esfuerzos humanos, es un don de Dios. Consiste en compartir la victoria de Cristo sobre el pecado, la muerte y el mal que es causa de división. Nuestra participación en la victoria de Cristo alcanzará su plenitud en los cielos. Debemos anunciar de manera creíble, a la gente de nuestro tiempo y de nuestra época, que la victoria de Cristo supera todo lo que nos impide compartir la plenitud de la vida con él y entre nosotros.

Oración
Dios todopoderoso que gobiernas todas las cosas, enséñanos a contemplar el misterio de tu gloria. Haz que aceptemos tus dones con humildad y respeto a la dignidad de cada persona. Que tu Espíritu Santo nos fortalezca ante los combates espirituales, para que nuestra unidad en Cristo nos haga reinar con él en la gloria. Te lo pedimos por el que se humilló y ha sido exaltado, y que vive contigo y el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

Preguntas para la reflexión
1. ¿De qué manera la falsa humildad y el deseo de la gloria terrenal se manifiestan en nuestras vidas?
2. ¿Cómo expresamos juntos nuestra fe en el Reino de Cristo?
3. ¿Cómo vivimos abiertamente nuestra esperanza en la venida del Reino de Dios?

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