Primer mandamiento:
¿Rezas a Dios todos los días al levantarte y al acostarte? ¿Te acuerdas de rezarle a la Virgen María y a tu Ángel de la Guarda por las mañanas y por las noches?
Segundo mandamiento:
¿Has jurado poniendo como testigo a Dios por cosas que eran mentira? ¿Has hablado contra Dios, la Virgen o contra los Santos? ¿Muchas veces?
Tercer mandamiento:
¿Vas a misa todos los domingos y días de precepto? ¿Juegas, hablas y te distraes durante la misa? ¿Has faltado alguna misa dominical después de que has cumplido los siete años? ¿Por qué motivo?
Cuarto mandamiento:
¿Eres desobediente a tus padres a tus maestros? ¿Faltas al respeto de las personas mayores con palabras o gestos? ¿Eres ocioso y de mal genio?
Quinto mandamiento:
¿Te peleas con tus hermanos o con tus amigos? ¿Te alegras de que le haya sucedido algo malo?
Sexto y noveno mandamientos:
¿Has pensado o dicho cosas feas? ¿Las has hecho solo o con otros? ¿Cuántas veces? ¿Has mirado fotografías, películas y revistas impuras?
Séptimo y décimo mandamientos:
¿Has robado algo en tu casa, en la escuela, en la tienda o en algún lugar? ¿Has querido llevarte o quedarte algo que no era tuyo?
Octavo mandamiento:
¿Has dicho mentiras? ¿Te gusta acusar a los demás y has echado la culpa a otros injustamente?
Después de haber hecho tu Examen de Conciencia puedes ir a confesarte. Vas al confesionario, te arrodillas delante del Ministro de Dios, y dices el saludo acostumbrado:
V/ “Ave María purísima”
R/ “Sin pecado concebida”
Luego dices cuánto tiempo pasó desde la última vez que te confesaste. Luego confiesas tus pecados con claridad, sinceridad y brevedad. El sacerdote te aconsejará y tal vez te hará alguna pregunta para aclarar algún punto.
Finalmente te dará una penitencia que normalmente son unas oraciones y te pedirá que manifiestes tu arrepentimiento. Entonces puedes decir:
“Señor Jesús, Hijo del Dios, ten piedad de mi que soy un(a) pecador(a)”
El sacerdote te dará la absolución y al final te dirá:
“Puedes ir en paz”
Inmediatamente puedes ir a un lugar tranquilo para cumplir tu penitencia y darle gracias a Dios por haber perdonado tus pecados; y Él espera que luches para que no vuelvas a pecar. Ya podrás quedarte contento(a) por haber recuperado la gracia de Dios.
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