“Señor mira a tu pueblo que espera el Espíritu Santo,
mira a los jóvenes, a las familias, a los niños,
a los enfermos, a los sacerdotes, a los consagrados,
a los obispos, mira a todos.
Concédenos la santa ebriedad del Espíritu,
la que hace hablar todos los idiomas, de la caridad,
siempre cerca de los hermanos y hermanas
que tienen necesidad de nosotros.
Enséñanos a no luchar entre nosotros
para tener un poco más de poder,
a amar más a la Iglesia que es nuestro partido,
enséñanos a tener el corazón abierto
para recibir el Espíritu.
Envía tu espíritu sobre nosotros. Amén”.
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